Era 1972 y en aquel entonces vivíamos en un departamento en plena Avenida Bulnes. Yo de apenas 4 meses solo causaba molestias básicas; dormir, comer y cagar. Wea que hago hasta hoy, pero con algunas cosas más, no muchas, pero más.
Ya en esa época los departamentos de ese sector eran antiguos y tenían problemas de cañerías y específicamente los baños pasaban malos. Y encontrar un gasfíter en plena Unidad Popular era como ganarse el Kino. Los individuos que en aquel entonces ostentaban el titulo honoris causa de gasfíter o maestro chasquilla se creían verdaderos premios nóveles. Y pillar a uno que estuviese dispuesto a obtener dinero por medio de trabajo era como encontrar hoy un billete de 500 pesos. Ya que el estado les regalaba todo por solo ir a gritar a la calle en algunas instancias específicas.
Después de semanas con los baños malos mi padre a través de contactos de amigos y colegas en su trabajo, logro dar con un maestro que hacía “pitutos”. Y así apareció Benítez “el evangelista”. Un hombre enjuto de unos 40 años que antes de ir a ver el trabajo nos había dejado plantados en 2 ocasiones por según él estar en fiestas religiosas, de ahí el apodo ganado en mi casa como el Evangelista. Al llegar se presento como el especialista en la materia, con una prestancia digna de un cirujano cardiovascular, examino los problemas de los baños los trato de diagnosticar con términos que no están en ningún libro especializado en la materia, por ejemplo que “El condurto simbiótico, que genera la corriente del guatel debe estar obchuido a caursa der paper julero” y otras weas así.
Mi madre que no era una mujer de mucha paciencia, solo asentía la cabeza sin escuchar lo que le decía el tipo. Ella quería simplemente que el agua dejara de correr una vez tirada la cadena.
Al rato de verbalizar incoherencias Benítez dio un presupuesto similar a la compra del wáter de Marilyn Monroe. Pero el problema no era el dinero en aquel entonces, como no había nada para comprar en ningún lado, la plata sobraba.
-Haga el trabajo, dijo mi madre.
A la hora mi madre se percato que no se escuchaban ruidos metálicos, ni chuchadas del maestro. Y fue a ver qué pasaba. En el baño Benítez no estaba, En la cocina estará, pensó mi mamá, pero tampoco estaba ahí. Qué extraño? dijo ella, habrá salido a comprar algo? Caminando por el pasillo se percata que en la pieza de mi hermano tendido sobre la cama estaba Benítez durmiendo con la cara tapada con un Condorito.
-Arriba Maestro!!!!!! , grito mi madre. -Esta no es la Biblioteca Nacional para que venga a cultivarse. Aquí vino a hacer un trabajo. - Y de un sobresalto Benítez se saca la revista del rostro y le responde “ Chis, esta es la hora en que el pueblo duerme la siesta, vaya a ver tele nomás, más rato si tengo ganas sigo con la pega” Mi madre sin decirle nada se fue al dormitorio. Benítez continuó su descanso. A todo esto mi hermano mayor se encontraba en el colegio y mi padre trabajando. Solo estaba mi madre y yo, que macho y todo no la podía defender ya que me tenían en un corral.
A los 2 minutos vuelve mi mamá a la habitación – Mire maestro se lo digo por última vez. Levántese y termine el trabajo. Él le responde, señora va hacer que me enoje y ponerme violento. De pronto se escucho el característico sonido de una bala entrando a la recamara de un arma. Era ella, con una pistola Walther calibre 9mm de propiedad de mi padre. El hombre lentamente se da vuelta y la ve apuntándole con el arma. – Escúcheme, le dice mi madre, si en 1 hora no está listo todo el trabajo te vuelo la cabeza, entendido. “Acá ustedes dirán que la señora exageraba. Créanme que no fue la primera ni la última vez que mi madre saco un arma para solucionar un problema”. El hombre se levanto según ella para atacarla y de un certero tiro mato a Juanito, el único peluche que le quedaba de la infancia a mi hermano el cual estallo desde una repisa. Mientras el pobre ciudadano estaba de guata en el suelo, mi vieja le dice, la otra es en su cabeza.
Benítez tenía terminado el trabajo en 30 minutos. Los baños funcionaban como nuevos y el lavaplatos de la cocina impecable. Claro que mi madre durante todo ese tiempo lo vigilaba de cerca.
Al rato llega mi padre preguntando si había venido el maestro. Y mi madre le dice desde el baño – Si querido estamos acá, ven- Al llegar mi padre ve la siguiente situación: Benítez arrodillado llorando dentro de la ducha y a mi madre leyendo una novela sentada en una silla desde la puerta del baño con la pistola en la mano. – Qué cresta paso? le dice mi padre. – Tengo todo bajo control dice ella, haz el favor de pagarle por su trabajo, después hablamos. Mi madre le pasa la pistola a mi papá y ella se fue a ver si me había hecho caca o algo por el estilo.
6 comentarios:
No te creeeeeeeoooo...!! jajaja, tu vieja es mi gurú!
Saludos,
E.
INTELIGENTE TU MADRE!!!!!!!, INCLUSIVE EN LA ACTUALIDAD TENEMOS QUE ESTAR ASI CON LOS PLOMEROS, PRIMERO ENCONTRAR UNO QUE ESTE DESOCUPADO, LUEGO ESPERAR A QUE SE LES OCURRA VENIR, DESPUES VER SI ES QUE PUEDE SOLUCIONAR EL TEMA, LA COMPRA DE LOS MATERIALES QUE FUE POR CASI 100000 PESOS SI NO ES MENOS Y AL FINAL EL ARREGLO FUE PARA PEORRRRRRRRRR!!!!!!!
QUE DESGRACIA ESTA GENTE, PERO IGUAL SON UN MAL NECESARIO.
estimado, fue notable escuchar esa historia y ahora la puedo leer... claramente podría ser el inicio de un sitcom policial.
Ídola.
Una mujer de armas tomar.
Me gusta tu blog.
= Saludos =
Jajaja me imagino la cara de tu viejo cuando llegó y vio el pastelito!
Y tú? como te acordai de todo eso? o es como una anécdota familiar que se ha transferido a través del tiempo?
Bueno... como quiera tu mamá es ídola!
Sr. PuppetMaster, veo q su vida ha sido a base de una dieta enriquecida en pasas.
El comportamiento de su Madre, en estos tiempos, serviría de mucho para eliminar a cuanta especie dice llamarse "hombre".
Pd. Envídio la suerte del Sr. Chatlani.
Publicar un comentario